El reino de los Chonos o nación
Chono abarcaba en el siglo XVI una gran extensión de la región litoral
ecuatoriana que iba desde el rio Perdomo y las poblaciones de Yengue, Gata y
Balao hacia el sur, hasta Chone, Canuto, Calceta, Quevedo al norte; pasando por
Zapotal, Ventana, Catarama, Caracol, Telimbela, Balzapamba, Lavan, Garaycoa,
Bucay, Jesús María y Naranjal al este; y Ayacucho, Alagua, Olmedo, Pedro Carbo
y Soledad al oeste, englobando una buena parte de las actuales provincias del
Oro, Guayas, Manabí y Bolívar y la totalidad de los ríos.
Su influencia
alcanzaba por el sur hasta la región de Parimas en la costa peruana, como lo
indican recientes hallazgos arqueológicos.
Los Chonos también eran conocidos
con los nombres de Yungas y de Jívaros. El sabio Otto Von Buchwald a fines del
siglo pasado les dio el nombre de Cultura de las Tolas porque sus sepulturas
tenían urnas funerarias múltiples y superpuestas. Posteriormente Emilio Estrada
los denominó "Milagro — Quevedo" por los sitios epónimos donde los
estudió llegando a establecer dos fases diferenciadas, siendo la más antigua la
Quevedo, identificada por una cerámica negativa pintada con bandas rojas y la
más reciente la Milagro de cerámica monocroma, hachas monedas y objetos de
cobre fundido.
Los Chonos, fueron de origen
netamente amazónico, lo que está probado no solamente por numerosos documentos
sino también por la lengua que hablaban, igual a la de los indios del Aparia.
Los Chonos que significa perro en
lengua Yunga, fueron mencionados así por los Incas, que en tiempos de Tupac
Yupanqui y de su hijo Huayna Capac quisieron conquistarlos, pero no pudieron,
pues la bravura chona unida a la espesura de las selvas tropicales, hizo
imposible tal labor.
Los Chonos eran morenos y no
tenían tabúes contra la homosexualidad que practicaban libremente, cortábanse
el pelo hasta el cuello y pintaban sus rostros como sus vecinos los
Huancavilcas con líneas rectas y dibujos geométricos. El trabajo no estaba
reglamentado por sexos, cultivaban sus sementeras, cazaban y pescaban en los
ríos y esteros, pero la agricultura era su base alimenticia. Para ello
despejaban la selva y quemaban las yerbas, aprovechando las inundaciones, y
cuando se retiraban las aguas sembraban con palitos el maíz, la yuca, el camote
y los frijoles.
También usaban instrumentos
domésticos, tenían trípodes ceremoniales, metates y ralladores. La pesca les
enseñó a fabricar anzuelos y redes y a utilizar el barbasco, navegando en
balsas y en canoas con mucha destreza. Para vestirse trenzaban el algodón, se
hacían unas camisas sin mangas que les llegaban hasta las rodillas y teñían con
colorante vegetal para hacerlas mas vistosas. Los jefes acostumbraban usar oro
en la dentadura y narigueras y aretes en los labios, nariz y orejas.
Su cultura era rudimentaria,
contaban hasta treinta y medían el tiempo con un calendario lunar. Sus chozas
eran de madera y caña con techo partido a dos aguas, que las construían sobre
montículos de tierra para impedir que las inundaciones las destruyeran.
Sacrificaban prisioneros de guerra pero en algunas tolas se han hallado telas
con huellas de sangre que revela claramente que enterraban vivas a las víctimas
propiciatorias.
En política aceptaban el gobierno
de las mujeres, quienes poseían ciertos derechos civiles y ejercían mando en
los Cacicazgos.
En tiempo de los españoles la
nación Chono tenía entre 20.000 y 25.000 habitantes según cuentas que sacó Fray
Tomás de Torres. Su capital era el antiguo asiento de Daule que abarcaba la
región del río Amay, después llamado Grande y hoy conocido como Guayas.
Los Chonos usaban el mullo,
concha espondilius de color rojo y origen marítimo, así como de las hachas -
monedas, de cobre y sin punta en sus filos, para comerciar con los pueblos del
interior y de la costa. Eran intermediarios de productos, ya que no tenía cobre
ni conchas en su habitad.
Vivían en constante guerra con
los Huancavilcas y Punaes de la costa y junto a los Quitus, Puruhaes y Cañaris
formaban el contexto humano protohistórico de la hoy República del Ecuador,
lástima grande que el Padre Juan de Velasco desde su posición de cronista
serrano desconociera a los pueblos de la costa, de donde surgió la equivocación
de creer que las únicas parcialidades de importancia fueron la confederación
Quitu - Puruhá y la tribu de los Cañaris, vencidas y dominadas por los Incas en
el siglo XV, mientras que los pueblos costeños, a pesar de que también fueron
invadidos, nunca se sometieron, pagando únicamente un tributo anual consistente
en finísimas pieles de murciélago que los Incas utilizaban como parte de sus
vestimentas reales.
Por ello la actual Guayaquil es la heredera de la fiereza
Chono, ciudad que no se levantó al otro lado de la ribera del Guayas justamente
por ser tierra Chona de gente belicosa que no permitía el florecimiento de una
ciudad española en su seno; de suerte que en 1540 tuvo el Capitán Diego de
Urbina que escoger el sitio actual en tierras de indios Huancavilcas pacíficos,
como definitivo emplazamiento de la ciudad de Santiago.
Para entonces ya los punaes habían sido sometidos y
arrasados y los Chonos empezaban a emigrar por esa vía natural que es el actual
camino Daule, Empalme, Quevedo y Santo Domingo, a las selvas vírgenes donde hoy
habitan con el nombre de Colorados.
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